Parentalidad positiva...desde el óvulo

En muchas y variadas ocasiones cotidianas de este siglo XXI necesitamos que la ciencia nos confirme nuestro acertado sentido común. Y la crianza no deja de ser una de esas situaciones. Es cierto que la crianza tiene mucho de instintivo. No deja de ser un encuentro íntimo entre animales. Por un lado el instinto mamífero protector de los progenitores con sus cachorros y por otro el instinto infantil explorador. Un perfecto equilibrio no fácil de alcanzar.



Este post va al hilo de la siguiente noticia publicada el pasado viernes 05 de enero, el día de los Reyes Magos:  http://www.elperiodico.com/es/sociedad/20180105/familias-dedican-doble-tiempo-hijos-hace-cincuenta-anos-6516268

-Un reciente estudio informa de que las familias actualmente dedican a los hijos el doble del tiempo que se dedicaba hace 50 años, que ese tiempo dedicado es un indicador de estatus social y es mayor cuanto mayor es el nivel educativo de los padres-.

La investigación la han llevado a cabo Judith Treas de la Universidad de California-Irvine y Giulia Dotti-Sani del Collegio Carlo Alberto de Turón y se ha publicado recientemente en la revista norteamericana "Journal of marriage and family". Podemos leer en el artículo como en 1965 las madres invertían unos 54 minutos al día a los hijos, mientras que ahora invierten unos 104 minutos, pasando en el caso de los padres de 16 minutos a 59 minutos a día de hoy. En este sentido, como afirma Diana Marre, profesora de Antropología Social y Cultural en la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), "el de la maternidad y el reparto de roles en el hogar es uno de los aspectos descuidados, o poco tratados, por la lucha feminista en España". Sin embargo, el aumento de la implicación y participación de los hombres en la parentalidad con el paso de estas décadas ha sido notoria.
¿y dónde nos situamos respecto a otros países?. Pues respecto a otros países occidentales participantes en el estudio, España se situaba en el 2012 ligeramente por debajo de la media.


Un aspecto interesante y remarcable de este estudio es que las autoras concluyan que las administraciones deberían dedicar programas públicos de apoyo que estimulen a las clases sociales desfavorecidas a incrementar el tiempo, y yo añadiría, la calidad de ese tiempo de atención a los hijos.
-Un tiempo con límites y con espacios...como concluye el sociólogo y educador social Jordi Collet, pero esto me lo reservo otro post-.

Mencionar aquí que desde el ámbito sanitario un ejemplo podría ser el programa de ELIJO MÁS SANO en el Hospital Clínico Universitario Virgen de la Arrixaca (semilla de este blog), que basa su atención en el seguimiento de los niños expuestos a tóxicos prenatales, así como otros programas de Pediatría Social que ya existen en nuestro país (Hospital Fundación Alcorcón, Hospital Niño Jesús).

Otra conclusión maravillosa de este prolífico trabajo (¡que tanto me ha dado para comentar!) es que la mayor dedicación a los hijos desafía la lógica económica, ya que el objetivo de esta dedicación no es un ahorro de los costes de pagar a terceras personas, como quizá ocurría antes. Las familias que más tiempo dedican a sus hijos podrían destinar recursos a esto, pero prefieren hacerlo personalmente. Y aquí hablamos de conciencia.

Las autoras mencionan como esta corresponsabilidad (madre y padre) en el cuidado de los hijos va en consonancia con el aumento de conciencia que se está produciendo en torno a la infancia y lo que ellas llaman "parentalidad intensiva". A mí personalmente me gusta más "parentalidad positiva".

La decisión de tener un hijo es algo que se hace cada vez de forma más consciente, responsable, meditada y planificada. La socióloga Elena Sintes afirma que más es así cuanto mayor fomación tienen los padres. Y es que así debe ser. Planificar el embarazo desde antes de la concepción es muy importante para intentar ofrecer el mejor ambiente para ese hijo que está por venir desde el principio de su existencia.
Y ya que hemos llegado a este punto quisiera aclarar dos cosas. No estamos siendo exagerados en retroceder hasta la concepción y (a pesar del título) no sólo es trabajo de la madre. Y ahora entenderemos por qué. Tres meses antes de la concepción se forma el espermatozoide (50%) y los óvulos (50%) se comienzan a formar cuando las niñas están en el útero de su madre (desde la novena semana de gestación, cuando están pasando de embrión a feto). Teniendo en cuenta este ejemplo no será difícil concluir que sería bueno esforzarnos en ofrecer las mejores sustancias a esos citoplasmas y a ese medio extracelular de las células del embrión y feto (la sopa de la que se nutre y que interacciona con cada célula). Todo lo que respira, come, bebe y siente la embarazada es respirado, comido, bebido y sentido por esas células en crecimiento y desarrollo. Sería bueno que esas células no comieran demasiados pesticidas y no bebieran alcohol, que el aire no tuviera muchos tóxicos y que no pasaran mucho estrés tan pronto. Pues este hijo está un su momento. Un momento único e irrepetible y así lo aprendemos en embriología. Períodos sensibles. Períodos críticos. Cada semana de gestación sucede algo y sólo sucede en esa semana de gestación. Los genes no podemos cambiarlos pero si podemos cambiar el epigenoma a través del ambioma. Es decir, todo lo que envuelve y modula al genoma a través del medio ambiente en el que está inmerso. Y este es el ámbito de estudio de la salud ambiental y la pediatría medioambiental.

Ver al niño como un ser en desarrollo desde su concepción y en constante interacción con su medio.

Terminamos con las palabras de las admirables sociólogas:

"Los beneficios de pasar tiempo con los niños son incuestionables: aprenden, desde la primera infancia, a interactuar verbalmente, a razonar y a realizar actividades estructuralmente cada vez más complejas".




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